top of page

No recuerdo cuando empecé a dibujar ni cómo, sólo sé que era muy pequeño cuando quedé "atrapado" por esta afición. Mi madre todavía conserva uno de aquellos dibujos que, a la temprana edad de los 6 años, ya prometía; ella lo guarda con nostalgia y segura de que algún día tendrá su valor. 

​

Recuerdo que mi padrino de bautismo, viendo en mí cualidades innatas para el arte, un día me llevó a una tienda de material de Bellas Artes. Me compró unos pinceles, unos tubos de óleo, esencia de trementina, aceite, una paleta y finalmente un lienzo y me dijo: con todo eso quiero que me reproduzcas este cuadro de Picasso -“La nana”- y, si te sale bien, le pongo un marco y lo cuelgo en el salón. Ese primer cuadro mío presidió durante muchos años (hasta su muerte) un lugar de honor en el salón de su casa. Desde entonces, tenía claro lo que quería ser: Pintor. Como no tenía maestro ni guía que me orientara, empecé a copiar cuadros de otros pintores mucho más avezados que yo; de esta forma, fui aprendiendo a mezclar colores, perspectiva, luces, sombras, transparencias… Con el poco dinero de que disponía de la asignación semanal me compraba unos pocos pinceles y tubos de pintura, que apuraba hasta la extenuación; yo quería ser Pintor.


Los avatares de la vida me llevaron por otros caminos muy diferentes del arte. No fui a Bellas Artes ni tampoco me dediqué de pleno a la pintura, pero la afición caló en mí para siempre y, con diferentes intervalos de tiempo e intensidad, durante 38 años he seguido pintando. He dedicado gran parte de mi tiempo libre a la pintura, hurtando esos momentos a los míos, en especial a mi paciente esposa (desde aquí le envío mi profunda gratitud); he copado un espacio en mi hogar para establecer mi "taller", en detrimento de mi familia; en fin, he sido y soy un egoísta, y es que esto del Arte te vuelve así: exige todo tu tiempo y más, es voraz y digiere todo tu ser si se lo entregas; a cambio, te devuelve la gran e inigualable satisfacción de ver tus obras culminadas y, en ellas, contenida una parte importante de ti mismo.


Sigo reproduciendo obras de grandes pintores y por una sencilla razón: sigo aprendiendo de ellos. En todas y en cada una de sus obras descubro algo nuevo, desde una sensibilidad particular para tratar lo temas a técnicas para conseguir determinados efectos, a nuevos colores que nunca antes había utilizado, etc. etc. También tengo las mías propias que, por su dificultad al concebirlas y ejecutarlas, más me reafirman en mi admiración por aquellos a quienes imito, pero "obras son amores" y éstas, las mías, aunque modestas las tengo un especial cariño.


Entre mis "particulares" maestros descubrí a uno muy especial para mí, el gran maestro de las luces, del trazo fácil, vigoroso y brillante color y que no podía ser otro que Joaquín Sorolla. En su obra es donde mejor me reflejo y me identifico, disfruto y sufro pintando sus cuadros. A veces tengo la sensación de estar reviviendo y compartiendo sus momentos de euforia cuando el pulso no me tiembla, la mente está clara y salen de mí una serie de pinceladas que consiguen el efecto deseado, y no sabes cómo ni por qué lo has conseguido pero... es un momento mágico; otros son momentos de frustración, donde el pincel, tu mano, tu vista y tu cerebro se niegan a proporcionarte ese trazo, ese color que tanto anhelas. Con el tiempo he aprendido que esto es un oficio y, como tal, hay que continuar y perseverar en practicarlo; hoy no te sale, mañana lo vuelves a intentar y al final... saldrá.


Finalmente, y después de tantos años, me he atrevido a exhibir mis obras, que no son otras que las obras de estos grandes maestros que tanto me han ayudado a progresar y amar el Arte. Sin duda sus obras son imperecederas, las mías... Dios dirá. Sólo espero que a algunos de vosotros os agraden y sea capaz de transmitir este pequeño homenaje a mi pintor favorito: Joaquín Sorolla.
 

bottom of page